Hablar del vínculo de apego afectivo y emocional es hablar de la comunicación materno-filial que forma parte del proceso biológico natural del embarazo. Esto permite que durante la gestación se forme una comunidad simbiótica de dos vidas: la de la madre y la de su hijo, a través de procesos específicos que a continuación relato.
Lo primero que ocurre a partir del abrazo esponsal de una pareja, es que los gametos (el espermatozoide del padre y el óvulo de la madre) se encuentran dentro de la trompa de Falopio. Antes de fusionarse, efectúan un reconocimiento específico de la especie humana y su unión da origen a una nueva persona humana efectuándose un vinculo determinante entre la madre, el padre y el hijo concebido.
A partir de este momento llamado “concepción” el huevo fecundado o cigoto tendrá un desarrollo vertiginoso, continuo y gradual. De inicio, se emiten señales de intercambio celular entre las partes del organismo en desarrollo así como entre el embrión y el medio ambiente en que se está gestando (que en este caso se trata del cuerpo de su madre). Todo, por supuesto, en una clara vinculación biológica.
El embrión en su camino hacia el útero libera interleucinas (proteínas necesarias para la división molecular), y los receptores en la trompa de Falopio en la que se encuentra reciben estos mensajes químicos. Así, se empiezan a producir varias sustancias entre las que se ubican factores de crecimiento que estimulan el desarrollo del embrión, otras que le sirven como indicadores tanto del camino que debe recorrer -en las trompas de Falopio- como para saber dónde debe detenerse para su nidación. También se liberan otras sustancias que le sirven al embrión para su supervivencia, en tanto le garantizan la energía suficiente para los cinco días de trayecto hacia el útero.
La nidación o implantación del embrión se lleva a cabo en el útero entre los días seis y siete de vida entrando en contacto físico directo con el tejido materno, efectuándose un vínculo indiscutible. Más aún, el embrión recibe temporalmente sangre de su madre para abastecerse de energía hasta finalizar la segunda semana de gestación mientras el sistema circulatorio fetal se termina de formar.
De hecho, existe un diálogo entre el embrión y el sistema inmune de la madre para no ser rechazado: se activa la tolerancia inmunológica y una red de sustancias se libera silenciando a las células maternas encargadas de rechazar a los cuerpos extraños (células asesinas naturales (NK), linfocitos T y linfocitos B). Este diálogo molecular hace que la madre perciba al embrión como algo no propio pero que no emite señales de peligro que pudieran activar sus defensas naturales .
Otro proceso que se efectúa es que en cada embarazo, cierta cantidad de células fetales llegan al torrente sanguíneo de la madre, estas son “células madre” y tienen la capacidad de realizar funciones regenerativas en su cuerpo pudiendo sanar enfermedades autoinmunes, de piel, tiroides, hígado, riñón, corazón, pulmón, entre otras.
Es sorprendente cómo las hormonas del embarazo inducen un proceso neurobiológico que configura al cerebro materno. Estudios recientes revelan los circuitos cerebrales implicados en la respuesta de la mujer a estímulos visuales y auditivos procedentes del hijo. Esto nos habla de que las alteraciones plásticas que experimenta el sistema nervioso de la mujer gestante fortalece la vinculación de apego con su hijo garantizando su subsistencia.
A partir de los 15 días de vida comienzan los cambios hormonales que actúan en el cerebro y el resto del cuerpo de la madre. Entre el segundo y cuarto mes la progesterona aumenta de 10 a 100 veces en el cerebro materno reduciendo de forma significativa su respuesta al estrés.
El feto emite señales que estimulan la producción de neurotransmisores cerebrales en la madre como son la occitocina (hormona de la confianza y el apego), la prolactina (hormona que induce la producción de leche) y la dopamina (que regula sistemas de premio-recompensa).
Los cambios neuroendócrinos del embarazo impiden la liberación de cortisol y la progesterona mantiene baja la respuesta a los agentes del estrés en la mujer embarazada. Esto, a su vez, permite almacenar grandes cantidades de occitocina, hormona del amor y la confianza, preparando a la mujer para los retos de la maternidad.
Entre el sexto y noveno mes de embarazo, el cerebro materno se encoge para recuperarse justo antes del parto transformando las carreteras nerviosas de un carril, en autopistas con las que la madre estará del todo capacitada para el parto, la lactancia y la crianza.
Cabe mencionar que una vez que el bebé nace, el vínculo de apego continúa manteniendo al bebé con su madre en contacto piel a piel y cerca de ella de día y de noche, lo que garantiza niveles altos de liberación de occitocina que promoverá a su vez la confianza y el inicio adecuado de la lactancia materna protegiendo la salud y el fortalecimiento del apego.
Bibliografía
López Moratalla, Natalia
La comunicación materno-filial en el embarazo
EUNSA Pamplona, España
El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de tiempo cada día. (Battista).
No me cabe concebir ninguna necesidad tan importante durante la infancia de una persona que la necesidad de sentirse protegido por un padre. (Sigmund Freud).
Con frecuencia se habla sobre la maternidad y la importancia del cuidado de la mamá durante este periodo, sin embargo, son pocas las personas y organizaciones que le dan lugar al hombre y valoran la importancia de la paternidad.
Es conocido que a los padres les resulta más difícil hacerse cargo del cuidado de los hijos, pero entre más temprano se involucran en su vida, es más sencillo superar las emociones de inseguridad que derivan de su cuidado: “ no hay reglas establecidas, cada papá va construyendo la relación con su hijo de la manera que quiere, dándose la libertad y el espacio para ensayar distintos modos de estar con él, encontrando la mejor manera de construir y ejercer su paternidad con el objeto de fortalecer los lazos que lo vinculan a la mamá y al niño” comenta Gaby Oria, educadora perinatal con más de 40 años de experiencia en el tema.
El hombre que ha tenido la oportunidad de presenciar el nacimiento de su hijo, ha vivido una experiencia que lo fortalecerá para siempre como ser humano y como miembro de una familia, porque como señala la especialista, “cuando nace un bebé, nace también una nueva familia: nace una madre y nace un padre, vínculo indisoluble que los transforma y los enriquece para siempre”.
La relación y el amor que siente un padre por su hijo son tan importantes para su alegría, éxito social y académico, como lo es la relación con la madre. De ahí que, aún cuando el padre no puede experimentar lo que la mujer siente al parir, sí puede involucrarse más a fondo en el proceso, demostrando que la experiencia no es sólo de la mujer sino de los dos. “la función masculina no es hacer de madre, sino cuidar y garantizar que a su bebé no le falte una. El papá se convierte en compañero de una madre que cría y que necesita de un entorno seguro, apacible y tranquilo para la crianza del bebé” comenta la Dra. Oria.
Culturalmente, la imagen tradicional que se tiene del padre no ha permitido a muchos hombres acercarse plenamente a sus hijos. En otras palabras, el padre es visto sólo como proveedor y como autoridad. El amor en cambio, se considera una característica esencialmente materna. Percepción que ha provocado que muchos hombres “abandonen” su parte emocional, porque lo débil, lo tierno, lo cariñoso es asociado con lo » femenino”.
Afortunadamente, esta concepción paterna se ha ido flexibilizando, y en la actualidad el hombre se involucra cada vez más en la crianza y educación de sus hijos, reconociendo este proceso no sólo como una obligación, sino como un gran regalo que esta dispuesto a recibir y a disfrutar.
La familia humana formada por un padre, una madre y sus hijos va primero!!
En todos los ámbitos de la vida social debemos siempre tener en cuenta esta premisa y así decir:
El trabajo es para la familia, las políticas públicas son para la familia, las decisiones de los gobernantes, las escuelas, los hospitales, los centros deportivos y prácticamente toda la actividad humana es para la familia y no al revés.
Recordemos que la sociedad y todas sus actividades, logros y avances culturales tiene un fundamento indiscutiblemente claro en la familia. De la misma forma la familia tiene su fundamento y su origen en la pareja humana.
Cuando el tejido social se resquebraja y la sociedad se enferma muestra síntomas como la indiferencia, la violencia, el secuestro, los robos, los asesinatos, la falta de solidaridad, la falta de trabajo y de oportunidades, servicios públicos en mal estado, calles llenas de baches y faroles apagados, corrupción, irresponsabilidad, egoísmo extremo y olvido de los demás, temor, ansiedad, desamor, suicidios, dolor, etc.
Al hacer conciente esta realidad reconocemos que la sociedad ciertamente está enferma, entonces tenemos que tratarla a nivel celular es decir debemos voltear a ver a la familia, interesarnos genuinamente por ella y buscar sanarle sus graves heridas. La forma de hacerlo es ver a sus integrantes como personas humanas capaces de realizar la transformación positiva que necesitamos ofreciéndole los apoyos indispensables para lograrlo. Debemos voltear los ojos entonces al hombre y a la mujer que deciden unirse en matrimonio e inician su familia.
Jamás usar a las personas para otros fines que no sean su verdadera superación, ni para fines perversos, para obtener votos o para beneficiarse económicamente de ellas de forma injusta. Y es que lo contrario del amor genuino es usar al otro como si fuera una cosa que me sirve y cuando ya no me sirve me deshago de ella y la tiro, la pisoteo, la olvido y no la tomo en cuenta.
La raíz de lo que refleja la sociedad está en la intimidad conyugal que es el origen mismo de la familia. Si los esposos se aman verdaderamente y evitan usar al otro denigrándolo, empezará a sanar la sociedad desde su origen. Y si todo lo que hacemos lo pensamos en función del beneficio de la familia lograremos que todos tengamos nuestras necesidades básicas garantizadas, techo, comida trabajo digno y la seguridad de encontrar verdadera solidaridad en la comunidad.
Así, todos podríamos aportar algo para que en un entorno favorable se desarrolle adecuadamente la familia aportando a la sociedad individuos sanos, creativos, felices y que hayan aprendido a amar.
Es cuestión de prioridades papá, mamá y sus hijos van primero!!!