Antes de Sarah tuvimos la fortuna tener dos partos naturales sin embargo en el segundo cometimos algunos errores por la falta información, preparación y no tener el apoyo correcto; ese parto nos dejo frustración, miedo y un mal recuerdo ya que no esperamos a que iniciara sólo y eso trajo muchas consecuencias.
Yo tenía muchas ganas de tener un embarazo pleno y un parto especial, mágico y espiritual. Decidí estudiar la Especialidad Educación Perinatal y ahí entendí muchas cosas. Luego tuvimos la bendición de que quede embarazada y mi embarazo fue maravilloso sano, pleno, natural tome yoga hasta el último día y seguí mi vida normal pasaron las 40 semanas y tanto nosotros como nuestro ginecólogo estuvimos muy tranquilos sabiendo que todo estaba bien y que no había necesidad hacer nada, que si el parto no había iniciado todavía era por algo, nos impresiona como la gente reacciona y presiona pero no dejamos que nos afectara y así un día antes de la semana 41 alrededor de las 6 am nuestra amada Sarah nos dio la señal estaba lista para nacer.
El trabajo de parto fue maravilloso el hospital contaba con el ambiente perfecto, sin intervenciones médicas rutinarias, por lo que pudimos disfrutar tranquilamente todo el proceso, caminé y desayuné. Mi doula, compañera y amiga fue la mejor!! Usamos la pelota, la regadera, me dio masaje me consintió y estuvo cada minuto a mi lado, el trabajo activo empezó hasta las 2:30pm más o menos, entonces me recomendaron ponerme en cuatro puntos para que la bebé se volteará y así fue que iniciaron las contracciones fuertes, fuimos a la regadera ahí estuve en cuatro puntos, cuclillas y con la regadera en mi cintura podía manejar bastante bien las molestias, de pronto durante las contracciones empece a vocalizar sentía alivió y cuando sentí que ya no podía más, me levanté y le dije a mi doula llamemos al doctor! Me pasaron a la tina, el doctor se sentó frente a mí y me dijo: sopla, ya no pujes ya esta aquí, una contracción y sentí la cabecita, Sarah ya estaba ahí luego me dijeron: suelta los brazos para que la tomes y en la siguiente contracción nació mi hermosa nena fue mágico, la tomé con mis manos y sentí una felicidad, plenitud y gozo que nunca había vivido, fue tan hermoso tan natural no me cabía la alegría, el doctor me decía: “¡Que parto, felicidades, nos regalaste un súper parto!”. Mi esposo estaba feliz impresionado del nacimiento en agua y de lo natural que fue todo. Hoy solo podemos decir gracias a Dios por tan hermosa experiencia, pudimos comprobar como prepararse, estar bien informado y especialmente dejar que el parto inicie solo es fundamental para que todo se de de manera natural, que la libertad y el estar en el lugar correcto con el equipo de salud adecuado y prepararse vale la pena para tener el privilegio de vivir una experiencia única que nos cambió y nos llenó de confianza, orgullo y mucho gozo.
Ahora estamos disfrutando de una lactancia libre sin horarios, rutinas y miedos amando y disfrutando de cargar, besar y dormir con nuestra bebita y todos somos muy dichosos comprobamos que el embarazo, el parto y la crianza temprana pueden ser muy satisfactorios si dejamos que sean naturales, si los respetamos y si confiamos, dejándonos guiar por nuestro amor y nuestra sabiduría interior.
Somos muy afortunados, esta experiencia nos marco para todo la vida !
Quiero parto en casa…frase que en la mayoría de las personas causaba sentimientos de miedo, irresponsabilidad, dudas, simplemente pensaban que había perdido la cabeza, cosa que sucedió hace ya muchos años.
¿Porqué quería parto en casa? Se preguntaban todos, a lo que contestaba ¿y porqué querría irme a un hospital si todo está bien? Parir no es una enfermedad que haya que curar, parir no tiene riesgo si todo ha sido sano y saludable. Al contrario, parir es intimidad, es gozo, es movimiento, es danza, es deseo, es ser uno mismo…parir es en el calor del hogar.
Algunos creen que parir es casa es sinónimo de irresponsabilidad porque no habrá nadie profesional, pero no es así, nosotros nos dimos a la tarea de conocer y entrevistarnos con varias personas profesionales de parto en casa, estudiamos las alternativas entre ginecólogo o parteras. Y creo que al final tuvimos al mejor equipo para parto en casa, dos parteras maravillosas, profesionales de la salud a las que con los ojos cerrados dejé en sus manos mi salud y la de mi bebé; una doula que más que doula fue mi coach, mi guía, una mamá que no me dejó ni un instante; y dos amigas colegas cuya ayuda fue indispensable. La parte más importante del equipo, mi esposo que parió conmigo y mi hija mayor que ahora sabe más de un parto que cualquier niño de su edad.
Si bien había tenido dos partos humanizados completamente naturales y no intervenidos en un hospital, este parto fue algo especial, tan especial que el escribirlo me provoca un nudo en la garganta. A pesar de ser mi tercer bebé, este fue el único embarazo que llegó a las 40 semanas, cosa que en otros tiempos me habría puesto muy nerviosa. Justo el día 40 a las 10 pm empezaron las contracciones. Este ha sido el trabajo de parto más largo de los tres, casi 25 horas, sin embargo fueron 25 horas amables, suaves, en las que tuve tiempo de irme preparando. Dormí, caminé de la mano de esposo, jugué con mi hija, vi películas. Las contracciones eran intensas, sin embargo duraban muy poco (10 a 15 segundos) y no tenían una frecuencia significativa, tenía una cada 30 ó 40 minutos. A decir verdad yo estaba segura que el parto no sucedería en las siguientes horas. Esas contracciones no se parecían en nada a los partos anteriores. Sin embargo, mi equipo no me quiso dejar sola y decidieron llegar desde el sur de la ciudad a mi casa aunque el parto no fuera inminente. Para mi sorpresa ya empezaban la dilatación y el borramiento, esas contracciones cortas, espaciadas, pero intensas, iban jugando a mi favor. Y así fui trabajando una a una con mi doula y mi esposo. Una contracción cada 20 ó 30 minutos, pero cada una bien trabajada, buscando posiciones en las que la pelvis estuviera libre para moverse….y fueron pasando las horas y las contracciones eran igual de cortas y espaciadas. Sin embargo, jamás tuve miedo ni ansiedad, sabía que el momento llegaría a su tiempo, confiaba en mi cuerpo. Alrededor de las 9 pm del siguiente día mi partera me pidió revisarme para ver el avance, yo esperaba feliz unos 4 cms de dilatación, pero la sorpresa fue absoluta para todos cuando dijo: 7 cms!!
En ese momento fue como prender un switch a transición, todo cambió. El inflado de la tina, llenado, cubetas iban y venían, mi esposo adaptó todo en dos segundos para tener la música que yo había elegido, aromaterapia, luces apagadas. Yo veía a todos correr….sin embargo, yo sentía cada contracción. La presión en el piso pélvico ya era fuerte y el dolor en la espalda baja era muy intenso. Mi cuerpo me pedía sentirse ingrávido, necesitaba colgarme literal, sentir que le daba espacio a mi matriz, a mi bebé, y que mis piernas no hicieran fuerza alguna por mantenerme de pie. Colgarme del cuello de mi esposo mientras mi doula sobaba mi espalda, fue una danza mágica que me aislaba del mundo en cada contracción. En ese momento tampoco sentí ansiedad, de hecho sentía que aún faltaba más, pero claramente las parteras y mi doula escuchaban mi respiración y sabían que el momento estaba más que cerca.
Entrar a la tina en trabajo de parto no tiene igual, es un momento de relajación total, en donde el cuerpo se mueve tan fácil, en donde puedes escucharte a ti misma aislándote del mundo. Y si a eso le sumo la compañía de mi esposo en el agua…es un momento sublime. Detenerme de él, estando yo en cuatro puntos, con esa sensación de pujo incontrolable sabiendo que es mi bebé quien toca a la puerta de este mundo, es el verdadero significado de parir en familia.
Mi bebé llegó de una forma suave y pausada evitando así que me desgarrara. Mi adorada partera me iba guiando para no pujar con demasiada fuerza y ayudar al periné a distenderse lentamente. Y esa salida, es el mayor placer del parto. Tener a mi bebé en los brazos, observando todo fijamente, sin llorar pero respirando muy bien, recargada en las piernas de mi esposo, con mi hija mayor ayudando para que no se enfriara, y el resto del equipo a mi alrededor cuidándonos, procurándonos, es un momento que jamás voy a olvidar.
Al salir de la tina sentía como una explosión interna, ganas de gritar y llorar. Mi partera me sostuvo por la espalda y me abrazó fuertemente…..me abrazó….¿cuándo habría yo vivido algo similar en un ambiente hospitalario? Estar en mi cama con mi bebé y mi amado inmediatamente después de parir, no tiene igual, es una unión que jamás se romperá.
Mi secreto, claro que tengo un secreto, y es que jamás lo dudé. Sabía cómo quería vivirlo, confiaba ciegamente en mis parteras, en mi doula, en mi esposo, en mi bebé y en mi cuerpo. Nunca existió un segundo de miedo o ansiedad. Todos cuidaban que la oxitocina trabajara a su ritmo. Si tuviera otro parto en puerta, sin duda alguna volvería a vivirlo igual.
Gracias a mis parteras y a mi doula por estar ahí, por su profesionalismo, por ser más que parteras y doulas, por ser una madre en quién depositar toda mi confianza. Gracias a mi esposo por apoyarme desde el principio, por nunca dudar en que sería posible cumplir mi sueño, por amarme y parir conmigo!!!
En su visita a México en abril del 2013, el Dr. Michelle Odent, ginecólogo francés mencionó que es necesario introducir nuevos criterios para evaluar como están naciendo los bebés actualmente, combinando el conocimiento intuitivo con el conocimiento científico, incluyendo varias disciplinas como la epigenética, la epidemiología y la bacteriología. Y es que existe una relación entre nosotros y los microbios que nos colonizan en el momento de nacer estableciendo nuestra flora bacteriana que nos defiende de muchos padecimientos e incluso de enfermedades autoinmunes.
La manera de atender el nacimiento tiene efectos transgeneracionales por lo que debemos considerar seriamente el punto de vista de la fisiología que muchas veces difiere de lo cultural.
El parto es un proceso involuntario, controlado por las estructuras mas arcaicas del cerebro. Las circunstancias y las situaciones concretas de la atención del parto, pueden perturbarlo e incluso inhibirlo. Es necesario protegerlo reconociendo que es una función involuntaria que la mujer sabe realizar espontáneamente.
La cultura actual considera que la mujer no es capar de dar a luz por si misma y el personal de salud, obstetras y parteras participan activamente realizando muchos rituales e intervenciones médicas para atender a las madres. El paradigma que se vive es que ella requiere que alguien este siempre con ella pues no se confía en su capacidad para parir.
El movimiento que apoya el parto natural y la mas reciente investigación científica demuestra con optimismo que el bebé recién nacido «necesita a su madre» por lo que los cuneros en los que los bebés son separados de sus madres ya se consideran obsoletos pues inhiben o neutralizan el instinto protector agresivo natural que poseen las madres. Por tanto, debe ser una rutina en la atención, que los bebés permanezcan con su madres de día y de noche durante la estancia en el hospital los primeros días de nacido.
Y es que para preservar el vínculo de apego entre la madre y su bebé, el parto es un período crítico desde el punto de vista inmunológico y bacteriológico entre otros. El poder de la fisiología materna puede revertir las malas prácticas que estimulan a las hormonas de la familia de la adrenalina (catecolaminas) y que son antagonistas de la oxitocina la cual hace posible el parto.
Para que la mujer este relajada recostarse de lado y dormir mantiene baja la adrenalina. Si realmente se relaja no requiere ingerir carbohidratos. Así mismo conviene evitar activar la corteza cerebral haciéndole preguntas, obligándola a recordar datos, cifras y pensamientos ajenos al proceso involuntario del parto.
Al reducir la activación de la corteza cerebral la mujer se abstrae del resto del mundo por lo cual se recomienda el silencio y la luz tenue pues en la obscuridad la hormona melatonina reduce la actividad cortical que ayuda a que la mujer se sienta segura; mientras que sentirse observada por cámaras, monitores, observadores puede perturbarla o provocar percepción de posible daño para ella o su hijo.
En cuanto nace el bebé la madre experimenta el pico mas alto de oxitocina de su vida, para expulsar la placenta, siempre y cuando el entorno sea favorable. Para que esto ocurra, es necesario evitar hablarle a la madre y evitar distraerla (con telefono, corte del cordón, etc.) para que pueda realizar contacto visual con su bebé así como tenerlo sobre su pecho en contacto piel a piel. Es esencial que el bebé permanezca con su madre para que este maravilloso proceso natural se lleve a cabo.Y es que a madre necesita a su bebé por lo que esta interacción no debe ser perturbada.
El Dr. Odent comentó también sobre el estudio que publicó la revista Lancet sobre los beneficios de evitar cortar tempranamente el cordón umbilical y la relación que esta práctica tiene para erradicar el tétanos neonatal.
Su intervención nos motiva a revisar a fondo las practicas actuales de atención materno infantil, respetando la fisiología para preservar la normalidad del parto.