Sentimientos intensos y profundos se establecen en la relación de un bebé con su madre durante la lactancia…..
“…Salir del vientre y encontrarme con mamá entre los sollozos de los dos por la sorpresa de haber nacido, de haber sido recibido por ella, de haber sido capaz de respirar por mi mismo, por sentirme confiado y seguro en sus brazos amorosos que me acogen y me calman…”
“…Ver a mi bebé salir de mi cuerpo, sentir la fuerza de dar la vida, encontrarme con sus ojos alertas y profundos, recibirlo sobre mi pecho que aún respira agitadamente y despide el calor que mi hijo necesita, vibrar con él, tener contacto piel a piel, conocer el amor incondicional y la unión entre los dos cuando se dio la magia de la primera vez que lo amamanté…”
“…Descubrir su olor, reconocer su voz, sentir su pecho que me conforta… ser capaz de succionar por primera vez el alimento perfecto que me protege y me sacia en íntima unión…”
“… Apenas lo he visto salir de mi, son los primeros minutos con él y sé que juntos vivimos la magia del encuentro vital. Quedarme asombrada de su habilidad para encontrar el pezón, observar como extiende su cuello y abre su boquita tan grande como su necesidad de protección y de alimento…el calostro fluye… el amor y el apego entre los dos crece tanto que no lo puedo explicar…”.
Este es el inicio del vínculo muy especial que se desarrolla como un continuo durante la lactancia, por ello, amamantar no tiene horarios ni pautas fijas. Es una historia de dos, es una historia de amor verdadero. Conviene que sea exclusiva al menos por seis meses y prolongarla el mayor tiempo posible, incluso hasta después de haber introducido alimentos sólidos.
Es una entrega incondicional, total, sin horarios rígidos. Obedece a las necesidades del bebé de alimento, de cercanía, de calor, de ser arropado, sostenido, cargado y estimulado. Durante la etapa de lactancia es tan fuerte el vínculo madre-hijo, que las dificultades no amedrentan; los retos personales que implica, el cansancio y los desvelos que supone, se soportan sólo por amor.
Para llevar a cabo esta actividad, la biología ayuda en gran medida y las hormonas juegan un papel determinante estimuladas por la succión frecuente a lo largo del día y de la noche. La prolactina produce leche y la oxitocina acrecienta la paciencia, el instinto materno y eyecta la leche para que el bebé la reciba.
La lactancia es un mecanismo perfecto que se va adaptando al crecimiento del bebé, que se regula precisamente por la succión que el recién nacido ejerce procurándose el alimento. De igual modo, lo nutre, lo protege contra las enfermedades, estimula sus sentidos, favorece el desarrollo de su cerebro y de su sistema nervioso. Ofrece también confianza, seguridad, apego, vínculo afectivo, paz espiritual, amor al esfuerzo que da frutos y sin duda, prepara al bebé para los demás retos de la infancia y de la vida.
Ante los beneficios de salud física, emocional y social de la lactancia materna, es indispensable apoyar esta práctica de manera eficaz. Es por ello que dedico las siguientes líneas a un tema que implica no sólo estar informados, sino también es relevante contar con el apoyo y la participación de los padres, la familia, los médicos, enfermeras y demás personas involucradas en el nacimiento de un bebé.
Anónimo
Mamá es señora que lleva en el bolso un pañuelo con mis mocos, un paquete de toallitas, un chupete y un pañal de emergencia.
Mamá es ese cohete tan rápido que va por casa disparado y que esta en todas partes al mismo tiempo.
Mamá es malabarista que pone lavadoras con el abrigo puesto mientras le abre la puerta al gato con la otra, sosteniéndo el correo con la barbilla y apartándome del cubo de la basura con al pie.
Mamá es esa maga que puede hacer desaparecer lágrimas con un beso.
Mamá es esa forzuda capaz de coger en un solo brazo mis 15 kilos mientras con el otro entra el carro lleno de compras .
Mamá es esa campeona de atletismo capaz de llegar en décimas de segundo de 0 a 100 para evitar que me descuerne por las escaleras.
Mamá es esa heroína que vence siempre a mis pesadillas con una caricia.
Mamá es esa señora con el pelo de dos colores , que dice que en cuanto tenga otro huequito , solo otro, va a la pelu.
Mamá es ese cuentacuentos que lee e inventa las historias más divertidas sólo para mí.
Mamá es cheff que es capaz de hacerme una cena riquísima con dos tonterías que quedaban en la nevera por que se le olvidó comprar, aunque se quede ella sin cenar.
Mamá es ese médico que sabe con sólo mirarme si tengo fiebre, cuánta y lo que tiene que hacer.
Mamá es esa economista capaz de ponerse la ropa de hace cientos de años para que yo vaya bien guapo.
Mamá es esa cantante que todas las noches canta la canción mas dulce mientras me acuna un ratito.
Mamá es es payasa que hace que me tronche de risa con solo mover la cara.
Mamá es sonámbula que puede levantarse dormida a las 4 de la mañana, mirar si me he hecho pis, cambiarme el pañal, darme jarabe para la tos, un poco de agua, todo a oscuras y sin despertarse.
La ves? Es aquélla, la más guapa, la que sonríe.
En la primera hora de la vida el bebé recién nacido despliega un comportamiento instintivo característico, demostrando gran habilidad y destreza para mantener el vínculo de apego con su madre y asegurar su supervivencia logrando amamantar, por primera vez, de forma espontánea.
Las investigaciones realizadas por Ann-Marie Widström PhD, RN, MTD profesora emeritus del departamento de atención materno infantil, división de salud reproductiva y perinatal del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia muestran que los bebés recién nacidos se comportan instintivamente durante su primera hora de vida ¡si se lo permitimos!
Para que esto sea posible es fundamental colocar al bebé boca abajo y desnudo sobre el pecho descubierto de su madre en contacto piel con piel durante la primera hora de su vida.
Si es necesario se le cubre la espalda con una sabanita o frazada teniendo la certeza de que estando en contacto piel a piel mantendrá su temperatura corporal adecuadamente ya que el cuerpo de su madre despide el calor que él necesita. Increíblemente el cuerpo de la madre tiene la capacidad de aumentar su temperatura un grado si hace frío y de disminuirla si hace mucho calor, ayudando a su hijo a que regule su propia temperatura fácil y eficientemente.
Madre e hijo cercanos desde el primer momento
El bebé boca abajo sobre el pecho de su madre va a transitar por 9 etapas instintivas que podemos observar con claridad si tenemos paciencia y respetamos su ritmo. No hay que olvidar que para completarlas, el bebé necesita alrededor de una hora sin interrupciones. Éstas son: 1. Llanto al nacer
Al nacer y entrar en contacto con el aire, el bebé llora con vigor y expande sus pulmones empezando a respirar de una forma nueva por primera vez. El médico debe esperar 3 minutos o que el cordón umbilical deje de latir para cortarlo. Así el bebé recibirá toda la sangre que queda en la placenta y su vida fuera del útero tendrá un inicio óptimo.
2. Relajación
En cuanto la madre recibe al bebé con sus brazos y lo coloca sobre su pecho, éste se relaja por completo, deja de llorar, deja quietos sus brazos mostrándose muy tranquilo y sereno con sus ojos cerrados.
3. Despertar
De pronto, el bebé empieza a moverse suavemente e intenta abrir sus ojos al principio con dificultad hasta que los abre totalmente.
4. Actividad
El bebé se voltea, se mueve, masajea al útero de su madre con sus piernitas y pies favoreciendo la expulsión de la placenta y la formación del globo de seguridad en el útero previniendo hemorragia severa. Levanta su cabecita y su pecho esforzándose por encontrar la mirada de su madre la cual al verlo, queda maravillada y ambos hacen un mágico contacto visual para conocerse.
5. Descanso
El bebé se recuesta y se serena descansando sobre el pecho de su madre.
6. Arrastre
El bebé reanuda su actividad y se aproxima al pecho arrastrándose sobre su abdomen buscando la areola y el pezón. Se empuja y mueve su cabeza de lado a lado orientándose y jalándose con sus manitas. Levanta su cabecita y su pecho, haciendo gran esfuerzo y emitiendo algunos sonidos en búsqueda del pecho.
7. Familiarizándose
El bebé se chupa la mano y la extiende hacia el pecho. Lo agarra así como al pezón favoreciendo la liberación de occitocina y la consecuente eyección de calostro. El pezón se erecta, mientras el bebé se chupa la mano varias veces, abre la boquita, chupetea, saca la lengua y busca activamente arrastrándose hasta llegar al pezón.
8. Succión
De manera espontánea y sin que nadie lo asista, el bebé se prende adecuadamente al pecho y amamanta por primera vez alrededor de los 60 minutos de vida, acostado boca abajo sobre el pecho y el abdomen de su madre.
9. Sueño
Después de la gran hazaña completada el bebé se queda dormido prendido al pecho y la mamá se duerme también plácidamente.
Confianza en la capacidad natural
Esta primera hora es en verdad mágica. Es una etapa que pasa y no vuelve en exactas condiciones, debemos aprovecharla asegurándonos no sólo de no separar a los bebés de sus madres sino vigilando que se realice el contacto piel a piel durante al menos una hora después del nacimiento.
Este contacto ofrece enormes ventajas tanto para el bebé como para la madre quien de forma casi inadvertida tiene la certeza de que su bebé es capaz de amamantar pues lo ve aprender con una habilidad sorprendente. Favorece el vínculo de apego entre la madre y el bebé, la actitud de estar alerta y responder a las necesidades de su hijo, reduce el estrés materno y mejora la confianza de la madre así como los resultados en cuanto a la lactancia materna exclusiva. También promueve la estabilidad fisiológica (glucosa en sangre, temperatura y función cardio-respiratoria) y la auto regulación del bebé recién nacido.
El contacto piel a piel es una medida sencilla, fácil de implementar, sin costo adicional para las instituciones de salud y en definitiva, con claras y asombrosas ventajas para la salud de madre e hijo.
Hablar del vínculo de apego afectivo y emocional es hablar de la comunicación materno-filial que forma parte del proceso biológico natural del embarazo. Esto permite que durante la gestación se forme una comunidad simbiótica de dos vidas: la de la madre y la de su hijo, a través de procesos específicos que a continuación relato.
Lo primero que ocurre a partir del abrazo esponsal de una pareja, es que los gametos (el espermatozoide del padre y el óvulo de la madre) se encuentran dentro de la trompa de Falopio. Antes de fusionarse, efectúan un reconocimiento específico de la especie humana y su unión da origen a una nueva persona humana efectuándose un vinculo determinante entre la madre, el padre y el hijo concebido.
A partir de este momento llamado “concepción” el huevo fecundado o cigoto tendrá un desarrollo vertiginoso, continuo y gradual. De inicio, se emiten señales de intercambio celular entre las partes del organismo en desarrollo así como entre el embrión y el medio ambiente en que se está gestando (que en este caso se trata del cuerpo de su madre). Todo, por supuesto, en una clara vinculación biológica.
El embrión en su camino hacia el útero libera interleucinas (proteínas necesarias para la división molecular), y los receptores en la trompa de Falopio en la que se encuentra reciben estos mensajes químicos. Así, se empiezan a producir varias sustancias entre las que se ubican factores de crecimiento que estimulan el desarrollo del embrión, otras que le sirven como indicadores tanto del camino que debe recorrer -en las trompas de Falopio- como para saber dónde debe detenerse para su nidación. También se liberan otras sustancias que le sirven al embrión para su supervivencia, en tanto le garantizan la energía suficiente para los cinco días de trayecto hacia el útero.
La nidación o implantación del embrión se lleva a cabo en el útero entre los días seis y siete de vida entrando en contacto físico directo con el tejido materno, efectuándose un vínculo indiscutible. Más aún, el embrión recibe temporalmente sangre de su madre para abastecerse de energía hasta finalizar la segunda semana de gestación mientras el sistema circulatorio fetal se termina de formar.
De hecho, existe un diálogo entre el embrión y el sistema inmune de la madre para no ser rechazado: se activa la tolerancia inmunológica y una red de sustancias se libera silenciando a las células maternas encargadas de rechazar a los cuerpos extraños (células asesinas naturales (NK), linfocitos T y linfocitos B). Este diálogo molecular hace que la madre perciba al embrión como algo no propio pero que no emite señales de peligro que pudieran activar sus defensas naturales .
Otro proceso que se efectúa es que en cada embarazo, cierta cantidad de células fetales llegan al torrente sanguíneo de la madre, estas son “células madre” y tienen la capacidad de realizar funciones regenerativas en su cuerpo pudiendo sanar enfermedades autoinmunes, de piel, tiroides, hígado, riñón, corazón, pulmón, entre otras.
Es sorprendente cómo las hormonas del embarazo inducen un proceso neurobiológico que configura al cerebro materno. Estudios recientes revelan los circuitos cerebrales implicados en la respuesta de la mujer a estímulos visuales y auditivos procedentes del hijo. Esto nos habla de que las alteraciones plásticas que experimenta el sistema nervioso de la mujer gestante fortalece la vinculación de apego con su hijo garantizando su subsistencia.
A partir de los 15 días de vida comienzan los cambios hormonales que actúan en el cerebro y el resto del cuerpo de la madre. Entre el segundo y cuarto mes la progesterona aumenta de 10 a 100 veces en el cerebro materno reduciendo de forma significativa su respuesta al estrés.
El feto emite señales que estimulan la producción de neurotransmisores cerebrales en la madre como son la occitocina (hormona de la confianza y el apego), la prolactina (hormona que induce la producción de leche) y la dopamina (que regula sistemas de premio-recompensa).
Los cambios neuroendócrinos del embarazo impiden la liberación de cortisol y la progesterona mantiene baja la respuesta a los agentes del estrés en la mujer embarazada. Esto, a su vez, permite almacenar grandes cantidades de occitocina, hormona del amor y la confianza, preparando a la mujer para los retos de la maternidad.
Entre el sexto y noveno mes de embarazo, el cerebro materno se encoge para recuperarse justo antes del parto transformando las carreteras nerviosas de un carril, en autopistas con las que la madre estará del todo capacitada para el parto, la lactancia y la crianza.
Cabe mencionar que una vez que el bebé nace, el vínculo de apego continúa manteniendo al bebé con su madre en contacto piel a piel y cerca de ella de día y de noche, lo que garantiza niveles altos de liberación de occitocina que promoverá a su vez la confianza y el inicio adecuado de la lactancia materna protegiendo la salud y el fortalecimiento del apego.
Bibliografía
López Moratalla, Natalia
La comunicación materno-filial en el embarazo
EUNSA Pamplona, España