Ante los beneficios de salud física, emocional y social de la lactancia materna, es indispensable apoyar esta práctica de manera eficaz. Es por ello que dedico las siguientes líneas a un tema que implica no sólo estar informados, sino también es relevante contar con el apoyo y la participación de los padres, la familia, los médicos, enfermeras y demás personas involucradas en el nacimiento de un bebé.
PRIMER ALIMENTO
La lactancia es una función normal y natural. La evidencia científica nos habla de que la leche materna es la mejor alimentación para los bebés. De hecho, se sabe que las enfermedades y las muertes infantiles se reducen de manera significativa cuando son amamantados y que su desarrollo integral físico, neurológico y afectivo es superior. Por todo esto ¡vale la pena impulsar la lactancia materna! pero para que realmente sea todo un éxito se requiere de:
– Que el equipo de salud recomiende amamantar, apoye y anime a las madres.
– Aprendizaje por parte de la mamá especialmente si se trata de su primer hijo.
– Aprendizaje por parte del bebé ya que implica procurarse el alimento por sí mismo.
– Apoyo del entorno familiar y social.
Es frecuente que el equipo de salud (pediatras, neonatólogos, enfermeras, gineco- obstetras) no tenga el conocimiento ni la capacitación necesaria para apoyar a las madres a que se decidan por amantar a sus bebés, a pesar de que en teoría todos reconocen que la mejor alimentación para el bebé es la leche materna.
NO SEPARAR A LOS BEBÉS
Para asegurar el inicio de una lactancia exitosa, existen prácticas de atención que la fomentan y la hacen más accesible. El principio de tales prácticas radica en mantener unidos a la mamá y al bebé desde el primer instante. Estas practicas son:
- Favorecer el parto normal y evitar drogas e intervenciones rutinarias en el parto dando como resultado madres más sanas y bebés más alertas.
- En cuanto nazca el bebé, permitir que sea su madre la primera persona que lo reciba y lo cargue, acercándolo entre sus pechos, conociéndolo y dándole la bienvenida.
- Colocar al bebé sobre el pecho de su madre en contacto piel a piel y permitirle que se acerque pausadamente al pecho y succione por primera vez el pezón. Algunos bebés lo hacen de inmediato, otros tardan unos minutos. Cubrirlo por fuera con una sabanita seca.
- Permitir que el bebé permanezca con su madre en contacto piel a piel en la sala de partos al menos la primera hora de vida. Durante este tiempo se llevará a cabo el alumbramiento (expulsión de la placenta) y el médico podrá verificar que la placenta esté completa, así como revisar el canal vaginal y el periné. En caso necesario, suturará.
- El pediatra o el neonatólogo podrá revisar clínicamente y atenderá al bebé normal y sano sobre el pecho de su madre, escuchará su latido cardiaco y le dará la calificación de Apgar (frecuencia respiratoria, frecuencia cardiaca; tono muscular, respuesta refleja y coloración de la piel).
- Durante los días de hospitalización, el bebé debe estar en alojamiento conjunto día y noche con su madre para garantizar que reciba los beneficios del calostro y para que la lactancia se establezca con mayor facilidad. La madre aprenderá a cambiar y asear a su bebé con la asesoría del personal del hospital, lo que le dará más confianza y seguridad en su capacidad de ser buena mamá.
Estas sencillas acciones favorecen la secreción de oxitocina que además de ayudar al desprendimiento y expulsión normal de la placenta, previene a la madre de una hemorragia y facilita el inicio armonioso de la lactancia materna.
ALCANCE SOCIAL
Una vez reconocida la importancia de amamantar y proveer al bebé de un alimento natural y nutritivo, se dan otros aspectos también notables en el inicio de esta nueva etapa de vida. Por ejemplo, el contacto temprano con los padres permite aprovechar el estado de alerta con el que los bebés sanos nacen para reconocer a su madre, encontrar el pecho y realizar el primer paso del apego con ellos.
En cuanto al ámbito personal, cuando tenemos a nuestro bebé en los brazos se materializan sueños que muchos tuvimos desde pequeños ¿Cuántas veces jugamos a la mamá y al papá de niños? Cuando fuimos novios vislumbrábamos la posibilidad de algún día tener hijos y al casarnos, tuvimos ante nuestros ojos, el misterio de ser llamados a ser padres, la gran aventura de la pareja humana.
De igual modo, este es un momento de familia, es el momento del encuentro: el bebé y su madre se miran fijamente a los ojos, se produce de forma espontánea un lazo afectivo y biológico muy fuerte que favorece las conductas instintivas maternas de protección y cuidado para su hijo. El padre, ahí presente, se conmueve, se compromete con su familia y empieza a actuar el misterioso lenguaje del amor filial que permite a los padres tomar decisiones trascendentes para el proyecto más importante de sus vidas: la formación de su familia.
Sin duda, apoyar más a los padres a que vivan plenamente su proyecto de familia desde el embarazo, el nacimiento y la lactancia materna, es enseñarlos a caminar con paso firme en el cuidado de los hijos que habrán de recibir y de asumir su responsabilidad como integrantes de la familia, el primordial núcleo social.