Por Jessica Aarun
Hace unos días una colega, socia pero sobre todo una gran amiga….mi gran amiga Gaby, me mandó un mensaje para que la escuchara en una entrevista de radio, hablar sobre «cómo ser mamá» Como siempre disfruté mucho de su experiencia como esposa, madre, abuela y mujer.
Cuál fue mi sorpresa cuando presentaron a Mónica Soto Salmón autora del libro “Debajo de mi piel” (el cual quedé invitada a comprar y leer).
En este libro, la autora relata su vivencia al acompañar a un ser querido con cáncer fase 4 con muy poco tiempo de vida.
En ese momento me enganché con el tema y no perdí un solo detalle. Será porque parecía que hablaba de mi propia historia. Entonces sentí una gran necesidad de compartir lo que yo experimenté hace un año con la enfermedad de mi mamá.
En marzo del 2011, después de haber perdido a mi padre repentinamente, mi mamá fue diagnosticada con cáncer de mama nivel 4 con metástasis en muchos órganos importantes: hígado, pulmones, huesos. Los doctores le pronosticaban 3 meses de vida, con o sin tratamiento. A partir de ese momento, atravesé por muchos sentimientos encontrados, coraje por supuesto, la pregunta más frecuente ¿cómo me está pasando esto a mí? ¿Por qué te estás llevando a los dos? Parecía que era un sueño (un muy mal sueño por cierto) por el que estaba pasando.
Claro que también me entró la negación: seguro está mal diagnosticada y cuanto salgan los resultados de los demás estudios…..todo va a estar bien.
Pero la realidad no era esa. Mi mamá estaba invadida de cáncer y había que tomar decisiones importantes. La primera y más fuerte decisión que hubo que afrontar, fue el respetar la voluntad y deseos de mi mamá de cómo quería vivir su enfermedad. Sí, ella eligió no someterse a ningún tipo de tratamiento de quimioterapias, vivir lo que tuviera que vivir plenamente, en su hogar rodeada de todos nosotros……..¡difícil decisión!!!
Fue muy difícil aceptar la decisión de mi mamá pero al escuchar a Mónica en la entrevista, pude entender por qué se dieron las cosas así. No podía concebir la idea de que mi mamá se estaba muriendo, cuando yo la veía radiante y no podía hacer aparentemente nada. No olvido las noches que pasé en vela contemplando su sueño, más bien aterrada de que algo sucediera durante la noche y no supiera qué hacer….
Había días que me invadía el miedo y el dolor de tan sólo pensar que en cualquier momento perdía a mi mamá. Hasta que, no recuerdo cómo sucedió pero un día amanecí decidida a acompañar a mi mamá, de amarla con todo mi ser y de estar para ella, sí de estar.
Creo que ahora entiendo qué sucedió, le encontré un sentido a mi dolor. Y así, tuve la dicha y la oportunidad de conocer una nueva dimensión de mi mamá, pude ser testigo de una transformación profunda en su corazón. Se entregaba cada día más a su Creador, confiando en que la llevaría de la mano hasta el final.
Así transcurrieron los meses, 6 para ser exactos. Se fue consumiendo poco a poco, como una vela se va apagando y se hace más pequeña su luz.
En el momento del final, lo recuerdo muy bien, rodeada de todos sus seres queridos (hijos, nietos, yernos, nueras y hermanos) ella se entregó por completo, segura de que había llegado el momento.
Nos regaló una sonrisa de agradecimiento, paz y amor.
Fue entonces que comprendí que la muerte es parte de la vida, que es un paso solamente y que para darlo se requiere de mucho coraje, fortaleza y absoluta confianza. Confianza de que lo que está por venir, ES MARAVILLOSO!!!!
Gracias mamá por tan maravilloso regalo. Te amo y te llevo por siempre en mi corazón.