El periodo de gestación en los seres humanos es de aproximadamente de 280 días, es decir, 40 semanas, tiempo en que a partir de la fecundación del óvulo de la mujer por el espermatozoide del hombre, el nuevo individuo se forma y se desarrolla al punto que está listo para nacer y para enfrentar la vida extrauterina de manera saludable.
Es muy difícil saber con exactitud cual fue el primer día del embarazo por lo que tomando la fecha de la última menstruación y con estudios de ultrasonido, los médicos determinan la fecha probable de parto. Es importante recordar que ese día es probable y no existe una seguridad de que el bebé nazca justamente ese momento. Es normal y muy frecuente observar que los bebés nacen dos semanas antes o dos semanas después del plazo probable, es decir, entre las semanas 38 a 42.
Por ello, las mujeres embarazadas necesitan ejercitar la virtud de la paciencia para saber esperar confiadamente el día del nacimiento de su bebé que siempre se presenta como una gran sorpresa. Y es que los últimos días del embarazo son un gran reto para la madre ya que aunque su estado general es saludable y se siente bien, experimenta una serie de situaciones propias del embarazo avanzado: el bebé pesa mucho, ella se siente bastante incómoda y se cansa mucho, duerme mal ya que necesita levantarse a orinar frecuentemente y requiere cambiar de posición muchas veces para sentirse a gusto.
La presión social tanto de la familia como de los amigos e incluso del personal de salud es un factor que emocionalmente es difícil manejar, sin embargo, lo más importante es que la madre confíe de verdad en el proceso natural del embarazo y del parto que permiten que el bebé madure y esté listo cuando su naturaleza se lo dicte. Los últimos días del embarazo son importantes para la madurez pulmonar del bebé, así como para el crecimiento y desarrollo de su cerebro. Por estas razones, debemos respetar el tiempo que requiera su llegada. Por otro lado, el organismo de la madre también se capacita y prepara para el parto acrecentando en el útero los receptores a la hormona occitocina responsable de las contracciones del útero.
Los días cercanos al parto, la madre experimenta muchas contracciones uterinas a veces bastante fuertes e incluso seguidas aunque en la noche se vaya a dormir y despierte tan fresca y tranquila. Más de una vez cree que ya va a arrancar el trabajo de parto y resulta que no es así porque las contracciones son cortas, irregulares y después de unas horas desaparecen. En estos días es cuando la paciencia y la confianza deben ser mucho más grandes que las dudas, el temor o la incertidumbre.
Permanecer en casa es lo mejor cuando el proceso del trabajo de parto inicia. No es raro que la mujer necesite esperar toda la noche hasta sentir que el trabajo realmente entra en fase activa. Estas largas horas de espera deben aprovecharse para realizar algunas actividades que a la mujer le apetezcan como: caminar, arreglar la ropita del bebé, ver una película, escuchar música, darse un baño, comer y beber lo que necesite para mantenerse hidratada y con energía ya que podría tener un trabajo de parto que dure todo el día y toda la noche (24 o más).
Cuando la fuerza, la frecuencia y la duración de las contracciones aumentan será momento de empezar a relajarse profundamente para vivir adecuadamente la llamada fase latente de la primera etapa del parto. Ésta tiene que ver con el borramiento y la dilatación del cuello del útero y que ciertamente ha iniciado.La madre se sentirá reconfortada al saberse acompañada y apoyada por su marido, alguna persona querida o una doula profesional. La fase latente suele durar unas 12 horas que deben aprovecharse para permanecer en casa y realizar actividades que la animen y preparen para el gran evento del parto que se aproxima.
Hacer oración, encomendarle a Dios el trabajo de parto, la vida y la salud del bebé colocando alguna imagen sagrada o una veladora subraya la importancia y el valor de la personita que están a punto de recibir como fruto de su amor y de su esfuerzo en el trabajo de parto.
Existen muchas medidas de confort que hacen más agradable y llevadera esta espera como son: balancear la pelvis para buscar sentir alivio; dar un masaje en espalda, pies, piernas y muslos; cambiar de posición tan seguido como se requiera, estar sentada, de pie, o hincada; poner música agradable y relajante, algún aroma especial, estar a gatas apoyada en cuatro puntos, tomar una regaderazo o un baño de tina. Todo aquello que ayude a la mamá a mantenerse relajada y a confiar en el proceso natural de su parto, palabras de aliento y manifestaciones de amor, caricias y besos que aumenten su confianza en su capacidad natural de dar a luz.
Permanecer en casa lo más posible es lo mejor, trabajando según el cuerpo va indicando y esperar pacientemente a que las sensaciones provocadas por las contracciones avisen que ya es hora de acudir al hospital. Conviene esperar en casa hasta tener contracciones regulares, fuertes y largas cada 3 minutos al menos por un par de horas si la fuente no se ha roto todavía. En el trayecto al hospital, la mamá puede sentarse o colocarse a gatas en el asiento de atrás del coche para ir más cómoda. Durante las contracciones ayuda bajar la velocidad para que la mujer se sienta tranquila y continúe con su trabajo de parto sin problema.
Una vez en la clínica la mujer será revisada e informada sobre su estado de salud así como el del bebé y deberá seguir adelante con la certeza de que cada contracción la acerca al momento de tenerlo en sus brazos. Caminar, tener libertad de movimiento, orinar con frecuencia, beber agua o jugo de frutas y evitar intervenciones médicas rutinarias es lo más recomendable para lograr el parto natural que, sin duda, es la mejor opción en el cuidado de la salud tanto para madre como hijo. Utilizar otras medidas de confort como la relajación, la regadera, la tina tibia, el masaje en la espalda, el balanceo de la pelvis o sentarse en una pelota grande de fisioterapia es la mejor forma de manejar el cansancio y el dolor propios del trabajo de parto.
Mientras más fuertes sean las contracciones el cerebro de la madre libera grandes cantidades de endorfinas (opiáceos naturales) que sirven para enfrentar el dolor durante la fase más ardua que será entre los 8 y 10 centímetros de dilatación. Y es así que podrá esperar el momento en el que empiece a sentir el deseo de pujo y trabajar como su cuerpo lo pida concentrándose y mostrando una fortaleza única propia de la mujer en trabajo de parto que sorprende y asombra.
Cuando la mamá empieza a pujar de forma espontánea el bebé se desliza por el canal de parto y la sensación cambia; es de gran esfuerzo pero ya no implica dolor y por una liberación grande de adrenalina, la madre a pesar de haber trabajado tantas horas, es capaz de dar a luz de forma natural y sin intervenciones médicas experimentando el milagro de ser madre y dar la vida.