Inicia la aventura: el momento en que el espermatozoide se funde con el óvulo marca el comienzo de la vida de una nueva persona humana: ¡tu bebé!
La presencia de tu hijo en tu interior produce cambios fantásticos en tu cuerpo. El recubrimiento interior del útero, llamado endometrio, ya estaba preparado para acunarlo, recibirlo y alimentarlo, por ello no se desechó como ocurría cada mes y no se presentó tu menstruación. Este es el primer aviso que te hace consciente de tu embarazo, sacudiéndote intensamente y llenándote de toda clase de sentimientos encontrados, de dudas, temores, admiración , sorpresa y preguntas.
A veces te sentirás feliz, a veces triste, dudas si el bebé llega en el momento adecuado, tal vez ya tengas otros hijos y te cuestionas cómo vas a organizarte, te preocupa tu situación económica, tus relaciones de pareja, los cambios en tu estilo de vida y tantas cosas más…
Incluso te puedes sentir confundida y preguntarte ¿dejo vivir a mi bebé? ¿será una opción el aborto? Recuerda que abortar es un crimen que termina con la vida de tu hijo y a ti te hará sufrir para siempre. Rechaza esta idea de inmediato, no te precipites, confía, existen caminos y soluciones dignas y bondadosas, además de que tienes suficiente tiempo para pensar y planear.
Si enfrentas alguna situación que tu sola no puedes resolver acércate a alguien de confianza para tí y a las organizaciones que pueden ayudarte a ti y a tu hijo: Como Vida y familia www.vifac.org.mx (55)5663 1494 y (55) 5663 1493 con presencia en toda la República Mexicana.
Todas estas reacciones que estás experimentando, son perfectamente normales porque el embarazo tiene un impacto en el cuerpo y en el espíritu de la mujer, en sus emociones y en el entorno social y familiar que la rodea. ¡Te estás transformando en madre y la naturaleza te conduce de manera vertiginosa y prodigiosa!
Tu primera tarea psicológica ante esta noticia, que sientes que te rebasa, es reconocer que cuando notas que te falta la menstruación, tu bebé ya existe y tiene dos semanas de vida desarrollándose de manera autónoma y continua.
Al inicio de su vida se llama cigoto (huevo fecundado) y al seguir con su desarrollo llega a ser un embrión que al cumplir las primeras ocho semanas está totalmente formado. Tiene – en miniatura – cabeza, ojos, nariz, boca, brazos, piernas, órganos internos y un corazón que late evidenciando su presencia y vitalidad.
Las primeras doce semanas corresponden al primer trimestre del embarazo, tiempo delicado en el que la mujer reconoce y acepta su embarazo tanto biológica como psicológicamente, pues el embarazo siempre llega sorprendiéndonos. Por medio de un ultrasonido puedes ver que tu bebé ya mide siete centímetros y se mueve libremente dentro de ti, dando vueltas y saltos aunque todavía no puedes sentir sus movimientos. Abre y cierra su boca y ya puede hacer gestos!!!
Si bien es cierto que a veces cuesta mucho trabajo aceptar el embarazo, lo que es una certeza es que tú puedes decidir acoger a tu hijo y estás naturalmente capacitada para hacerlo, incluso cuando existan circunstancias personales, sociales o familiares adversas. Y es que la mujer es muy fuerte y puede usar su libertad y su voluntad para realizar un plan para recibir a su hijo y enfrentar con valentía y coraje sus circunstancias.
Durante el segundo trimestre, la aceptación del embarazo se habrá consolidado, te sientes físicamente fuerte y saludable. Es el momento de prepararte más a fondo; requieres información, conocimientos y educación para poder tomar decisiones informadas, libres y asertivas sobre el cuidado de tu embarazo, el nacimiento de tu hijo, su alimentación y su crianza. Podrás hacer planes concretos para acoger a tu hijo y acercarte al sistema de apoyo familiar e institucional necesario para realizar dignamente tu misión de madre.
Prepárate, asiste a los cursos de educación perinatal para estar lista para el parto y la lactancia; deja atrás el temor y asume tu maternidad con gran amor, dando lo mejor de ti.
Eres mujer, eres fuerte, eres capaz de dar a luz a tu hijo y de asumir tu maternidad con gozo y confianza. Eres capaz de recibir a tu bebé y amarlo. Recuerda que el bebé que esperas, si lo cobijas con valentía, siempre te amará de manera incondicional porque eres su mamá.